Entre la escultura
y la cocina digital

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Teresa Tomás

Mi trabajo parte de la escultura y de una pregunta constante: ¿qué es un objeto y cómo puede transformarse en lenguaje? A lo largo de mi trayectoria he explorado ese interrogante en múltiples medios —fotografía, pintura, animación, modelado 3D—, siempre en busca de nuevas formas de pensar y habitar el espacio. Cada disciplina ha sido una manera distinta de acercarme al mismo núcleo: el objeto como presencia activa, capaz de generar sentido y abrir narraciones.

En Palomita de Maíz, esa investigación se desplaza hacia un terreno inesperado: los alimentos se conciben como materia escultórica y expresiva. Cocinar es, en este contexto, diseñar estructuras efímeras donde estética, concepto y poética se entrelazan. Lo comestible deja de ser solo alimento y se convierte en superficie de experimentación, en soporte para imaginar otras formas de relación con el cuerpo y con lo cotidiano.

La inteligencia artificial se suma a este proceso como aliada y como espejo: un dispositivo que amplifica la imaginación, desborda la lógica del taller y permite articular nuevas conexiones entre lo físico y lo virtual. No se trata solo de una herramienta técnica, sino de un interlocutor creativo que abre rutas alternativas en el proceso artístico, multiplicando las posibilidades de cada gesto.

En este laboratorio efímero, donde arte, cocina y tecnología dialogan, cada creación busca ser a la vez rito y celebración. No importa si se presenta en un plato, en una pantalla o en un espacio expositivo: la intención es que cada experiencia se despliegue en múltiples dimensiones, habitando tanto lo tangible como lo imaginado, y ofreciendo al espectador un territorio en el que pensamiento y disfrute convivan sin fronteras